La relación entre los intestinos, el sistema inmunológico y la salud emocional

septiembre 18, 2017

Hasta ahora siempre nos habían hablado del sistema nervioso central, que está compuesto por el cerebro y la médula espinal. Pero existe otro sistema nervioso, el entérico, que es un sistema nervioso intrínseco a nuestro tracto gastrointestinal. Estos dos sistemas nerviosos los tenemos desde que nos encontramos en el vientre materno, porque se crean del mismo tejido durante nuestro desarrollo fetal. De este tejido, una parte se convierte en el sistema nervioso central y la otra en el sistema nervioso entérico. Pero lo más sorprendente es que estos dos sistemas nerviosos están conectados por el nervio vago, el décimo nervio craneal que va desde nuestro tronco encefálico hasta debajo de nuestro abdomen; y el nervio vago es la ruta principal que utiliza la bacteria intestinal para transmitir la información a nuestro cerebro.
De hecho, el intestino envía más información al cerebro que el cerebro al intestino; de manera que los problemas en el intestino pueden impactar directamente en nuestra salud mental, provocando problemas como la ansiedad y la depresión. Las bacterias, los hongos, los virus y otros microorganismos que componen la flora intestinal de nuestro cuerpo y cada vez se vuelve más claro que estos pequeños organismos desempeñan un papel súmamente importante en nuestra salud, tanto físico como mental.
Por lo tanto, podemos afirmar que las neuronas no sólo están en nuestro cerebro, sino también en nuestros intestinos. Algunas neuronas producen neurotransmisores, como es el caso de la serotonina. La serotonina es esencial para disfrutar de un buen estado de ánimo y alejarnos de la depresión. De modo que, a mayor concentración de serotonina, mejor humor y sensación de bienestar. Utilizar el alimento como medicina en estados depresivos puede llegar a ser mucho más efectivo que cualquier medicación antidepresiva.
A día de hoy sabemos que en el intestino se encuentra el 80% de nuestro sistema inmune innato, por lo tanto, podemos asegurar que los alimentos que comemos y cómo absorbemos sus nutrientes es de vital importancia para gozar de buena salud física, mental y emocional. Además, en el intestino se fabrica alrededor del 80-95% de la serotonina que, a través de las plaquetas, viajará hacia el sistema nervioso central atravesando la barrera hematoencefálica. Esta serotonina, comúnmente conocida como la hormona de la felicidad, es esencial para conseguir bienestar.
Un intestino intoxicado fabricará menos serotonina. Los niveles bajos de serotonina implican estreñimiento, estados de depresión e irritabilidad (personas que están tristes pero no lloran), dificultad para dormir, dolor crónico, dolor de cabeza, manos y pies fríos. Si tenemos problemas de estreñimiento, fabricaremos menos serotonina y, por consiguiente, aparecerán estos síntomas. De hecho, las personas con depresión y angustia tienen estreñimiento o alteraciones digestivas tales como colon irritable.
Teniendo en cuenta que el 80% de nuestro sistema inmunológico se encuentra en los intestinos, es importante optimizar la flora intestinal de la siguiente manera:
♣ Evitar los alimentos procesados, refinados, el azúcar, los lácteos, los medicamentos y tener un estilo de vida SEN con alimentos primarios (ejercicio físico, espiritualidad, trabajo que nos guste, relaciones con los demás) y secundarios (sobretodo frutas y verduras) de calidad y sin toxicos.
♣ Tomar un suplemento de probióticos de alta calidad. (Hay que comprarlos siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud).

♣ Combinar bien los alimentos, sobretodo:
– No incluir proteínas y almidones en la misma comida, debido a que se neutralizan entre sí y evitan la digestión adecuada de cualquiera de los alimentos. 
– No mezclar frutas dulces con ácidas.
– No mezclar en una misma comida legumbres (alubias, habas, garbanzos, soja, guisantes, lentejas) con carne ni con pescado.
– Evitar comer legumbres junto con verduras flatulentas como las alcachofas, el brócoli o la col.
– No comer un plato con exceso de grasas (aceites vegetales, aceites de semillas o frutos secos, aguacate, coco, aceitunas, mantequilla, margarina, frutos secos), porque puede resultar difícil de digerir.

♣ El agua, y en general cualquier líquido, se debe tomar fuera de las comidas, porque si bebemos mientras comemos (y más aún si la bebida es fría) diluimos los jugos gástricos y las enzimas necesarias para hacer el proceso de la digestión. La ingesta de líquido tendría que estar espaciada en un mínimo 30 minutos antes de la comida y de dos horas después.
Esto son sólo unas recomendaciones generales, pero siempre hay que estudiar las causas y raíz de los desajustes intestinales y abordar la situación con un buen diagnóstico y una alimentación ajustada a cada necesidad.

Facebook: Nutrióloga Jessica López