El pícaro matamorense…

septiembre 26, 2018

Julio Almanza Armas, es un típico pícaro fronterizo. Es el cacique de la CANACO de Matamoros, Tamaulipas. Y con esa organización como instrumento, ha disfrutado las mieles del presupuesto al menos durante los últimos cuatro sexenios del gobierno estatal.
Y los mismos trienios en el plano municipal.
La familia Almanza Armas –porque son una parvada de aves presupuestívoras- ha saltado de administración municipal y estatal, con una maestría y destreza envidiables. Sus miembros, han cruzado la mayoría de los partidos políticos ya como candidatos, ya como apoyadores de proyectos redituables.
Hoy, en la administración estatal abreva una de sus representantes en los primeros niveles. No estamos hablando de habilidades o capacidades –en eso, han mostrado severas orfandades-, estamos hablando de que están donde el poder y el dinero anidan.
Julio, se hizo aliado de Manuel Cavazos Lerma. Luego se convirtió en socio de Tomás Yarrington –se peleaba públicamente con él y cobraba en la clandestinidad-. En seguida, se puso a la disposición de Eugenio Hernández Flores quien lo trató con mano generosa.
Y no se diga Egidio.
Hoy a saltado a la palestra en Matamoros. La nueva administración municipal, le informó que su rol como proveedor de medicinas y otros rubros ha concluido. Y no termina por fobia, o por revancha política o mala fe.
No.
Nada de eso.
El jefe edilicio morenista, Mario López, se enteró de los inflados cobros de los productos vendidos por Almanza Armas y optó por buscar proveedores más acordes con la visión de austeridad de la IV Transformación.
Es decir: se bañaba con los precios.
Obvio: no le gustó al dueño de la CANACO matamorense.
Y decidió montar un ardid.
Se dijo amenazado -¿?- por el alcalde, llamó al gobierno estatal y pidió protección para su vida y sus bienes. En menos de 24 horas, el expoliador del Ayuntamiento matamorense, tuvo varios vehículos policiales y una decena de policías para su seguridad.
Quien conoce a Almanza Armas y Mario López, sabe quién dice la verdad. El primero, un fanfarrón y estridente personaje de las cañerías de la ciudad; el segundo, un discreto profesionista y un político modesto –por algo, le electorado lo apoyó abrumadoramente en el pasado proceso electoral-.
El Canaco, no ha comprendido que se aproxima una nueva forma de hacer política. Supone que con esos aspavientos, puede obligar al nuevo Ayuntamiento a negociar. No parece ser el camino correcto. Y menos, cuando el Cabildo tome en sus manos la decisión para depurar el padrón de proveedores que está erizado de viejos representantes de la mafia política lugareña.
Por lo pronto, la primera víctima de la IV Transformación en Tamaulipas, es el pícaro de Almanza Armas…
…y no hay infidencia, cuando él mismo lo está diciendo.