Pasión científica.

octubre 5, 2020

José Guadalupe Rocha Esparza

Premio Nobel de Física en 1903 y Premio Nobel de Química en 1911, la polaca “madame” Curie o María Sklodowska, ejemplo de pasión científica, probó la existencia de los elementos químicos que hoy forman parte de la tabla periódica llamados «polonio” y “radio”, cuyo peso atómico de 84 y 88 son extremadamente radiactivos, presente en los minerales de uranio.

Durante 35 años respiró el aire viciado y tóxico de las emanaciones del radio, dedicada en cuerpo y alma a la investigación científica, siempre con sencillez monástica, sin desatender a Pierre Curie, científico francés e hijas Irene y Eva. En 1906, se convierte en un ser incurablemente solo por la trágica muerte del marido. Sin aceptar pensión alguna, continúa su labor.

Marie siguió trabajando en medio de vapores que le atormentaban por igual ojos y garganta, llena de valor y nobleza de espíritu, ataviada con esa vieja bata, donde el polvo y las salpicaduras de ácido marcaban claras huellas, que a la postre se convirtió en el asesino. Previa a su muerte en 1934, fue aclamada y festejada por todas las universidades de los Estados Unidos.