Estragos de Eta dejan a indígenas de Nicaragua empobrecidos

noviembre 11, 2020

BILWÍ.-Un panorama desolador y una gran incertidumbre reina en las empobrecidas comunidades indígenas del Caribe en Nicaragua golpeadas por el paso del ciclón Eta, que dejó allí dos muertos, poblados aislados por las inundaciones y casas, árboles y cosechas arrasadas.

«Mucha gente está a la intemperie, sin techo, sin comida, las casas están destruidas, perdieron todos sus cultivos», relató a la AFP Ezequiel Vélez, concejal municipal de la zona en Nicaragua.

Equipos de rescatistas buscan sobrevivientes entre los restos de un enorme alud de tierra provocado por la lluvia en el poblado de Quejá. «las comunidades del litoral están bajo agua. Hubo mucha lluvia, dos días sin parar de llover y el viento fuerte; lo peor fue el martes cuando Eta tocó tierra como un huracán categoría 4», dijo Nancy Henríquez, dirigente de los indígenas miskito.

La infraestructura de las comunidades indígenas del sur de Bilwi, donde Eta impactó con furia en Nicaragua, quedó afectada en un 90%, principalmente en Wawa Bar, Haulover, Karatá, Wounhta, Layasiksa y Laguna de Kukaya, aseguró Vélez tras un recorrido por las aldeas.

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La vicepresidenta del régimen sandinista, Rosario Murillo, dijo que preparan un informe sobre los efectos de la tormenta, pero adelantó que hay más de 1.000 viviendas con daños de diversa consideración y prometió la entrega de láminas de zinc, para su reparación.

Eta sigue provocando fuertes lluvias e inundaciones, por lo que Nicaragua y Honduras deben continuar vigilando su progreso, reportó el Centro Nacional de Huracanes (CNH), con sede en Miami, en su último informe.

A su paso por la RAAN, Eta provocó la muerte de dos mineros artesanales -aún no reconocidos por el régimen de Nicaragua- hizo volar techos, derribó árboles y postes de tendido eléctrico y dejó ríos desbordados.

Pero la magnitud de daños aún no se conoce, principalmente en comunidades alejadas, habitadas por etnias miskitas, sumos y garífonas, creoles y mestizos.

«Nadie puede llegar»

«Las comunidades indigenas de Wawa Bar, Haulover y Karatá, al sur de Bilwi, donde ingresó el ojo de Eta, son las más afectadas. Los árboles están caídos, los animales muertos, la mayor parte de casas de madera y tambo están caídas. La gente se salvó por la gracia de Dios», comentó Henríquez.

Pelícanos, peces, caballitos de mar y hasta un delfin estaban muertos en la costa, observó un fotógrafo de AFP.

«Miren, miren, para que quede en la historia: esto era Wawa, busquen sus casas, seguro no las van a encontrar, ya no quedó nada», exclamó el poblador Lenwart Hodgson en un dramático video que grabó en lengua miskita y subió en redes sociales.

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En el poblado de Prinzapolka, en al sur de Bilwi, fueron evacuadas este jueves 1.300 personas por el desbordamiento del río del mismo nombre.

En 17 poblados indígenas localizados entre Bilwi y Cabo Gracias a Dios, en la frontera con Honduras, el mayor daño de las casas fue la perdida de techos, mientras las comunidades «quedaron como en islas». «No se puede caminar, solo en cayucos (pequeña embarcación de remos)», asegura el diputado miskito Broklyn Rivera, citando testimonios de locales.

«Triste y doloroso»

En Bilwi, brigadas del régimen realizaban desde el miércoles tareas de limpieza y para restablecer los servicios interrumpidos por el paso del ciclón.

Las familias albergadas comenzaron a regresar a sus viviendas con incertidumbre sobre lo que pasará porque no tienen alimentos ni posibilidad de reparar sus techos, comentó Henríquez.

Para muchos, Eta dejará huellas imborrables.

«Es muy triste y doloroso lo que está pasando ahora en Puerto Cabezas (Bilwi), comunidades aisladas, personas sin techo, pozos contaminados, sin agua, sin nada», dijo a la AFP Víctor Córdoba, dueño de un hotel.

«Estábamos con más de 350 personas que vinieron a refugiarse al hotel, el viento nos pegó muy fuerte, llegó un momento que pensábamos que nadie iba a sobrevivir. Daba miedo oír cómo las ráfagas de viento botaban los árboles y arrancaban el zinc de las casas», contó Córdoba.

Situación precaria

La RAAN siempre ha sufrido inundaciones porque es una zona baja y lluviosa, pero tras el huracán «va a haber más pobreza, hambre y desempleo», dijo Henríquez.

La población del litoral vive de la pesca de langosta y en el interior producen arroz, frijoles, maíz, tubérculos, cocos, naranjas y mangos, pero las cosechas fueron arrasadas, agregó.

La situación de salud también es motivo de preocupación, sobre todo con el coronavirus y la malaria. «No sé como vamos a evitar estas enfermedades. En las comunidades no hay centros de salud y el gobierno no tiene capacidad de atender a esta población y ahora peor con el huracán», apuntó.