Un contadino

diciembre 7, 2020

José Guadalupe Rocha Esparza

Aludía a sí mismo llamándose “un contadino”, es decir, un rústico, que a los 19 años fue elevado al pináculo de la fama en 1886 cuando dirigió 18 óperas de memoria en Río de Janeiro, desde entonces ídolo del público, fascinante director de orquesta italiano, genio violonchelista en empuñar la batuta con vigor y elegancia, cortando el aire cual fusta, en mágico influjo a los ejecutantes, apasionadísimo de la perfección.

Supremo intérprete de Beethoven, Brahms, Debussy, Puccini, Ravel, Verdi y Wagner, capaz de percibir el menor descuido en 100 instrumentos de cuerda y de viento, así como memorizar en 48 horas la partitura de una ópera. Volvíase energúmeno ante la menor pifia de la orquesta sinfónica, pisoteando en el suelo sus propios lentes o reloj. Pulcro, de cuello celuloide, incómodo al aplauso del público o hablar frente al mismo.

Arturo Toscanini, políglota, ojos miopes y hundidos, famoso en el Teatro Scala de Milán, Colón de Buenos Aires y Metropolitan Opera de Nueva York es considerado único y también hombre de blando corazón por sus obras de caridad, gusto por el jazz y neófobo de la música moderna. Casado con Carla de Martini y padre de Wally, Walter y Wanda. El maestro, opuesto al fascismo italiano, muere a los 90 años en NY.