Vocho chapalero

febrero 4, 2021

José Guadalupe Rocha Esparza

A raíz de las quejas clientelares que llegaban a la Agencia Volkswagen, sobre la Avenida Américas de Guadalajara, de que a los autos sedán les entraba el agua con facilidad en tiempos de lluvia, Feliciano Jiménez, jefe del taller, un técnico alemán y ocho mecánicos más se dieron a la tarea de probar que el “vocho” (sic) era anfibio, adecuándolo en meses para flotar.

Lo sellaron por debajo, aseguraron la caja de cambios, el transmisor impulso, el motor y levantaron los escapes para evitar fuga de agua. Construyeron una alberca en el taller y lo probaron en la misma, así como en el Parque Ávila Camacho. Finalmente lo movieron al lago de Chapala el 8 de septiembre de 1968 y lo atravesó de San Luis Soyatlán hasta Ajijic.

A pesar del oleaje, el automóvil blanco cruzó el lago sin complicaciones. El atónico público vio cómo el fantástico vocho no se hundía en el agua, pese a las ventanas abiertas, flanqueado por un par de lanchas que motivaban la travesía. El carro salió rodando a la superficie sin ningún otro jalón ni que fuera empujado al llegar al muelle. El auto volvió a restaurarse y se vendió.