Era otra época. Darle pátina a la madera fue una actividad lúdica en Guadalajara, tiempo de grandes orquestas, bailes con música melódica, audible, sonoridades profundas, universos sonoros, tales como Percy Faith, Ray Conniff, Mantovani, Stanley Black, los solistas de Lara y las orquestas tapatías de Toño Yáñez, Arturo Xavier González y Enrique Reyes.
Antonio Yáñez Jáuregui, 1904, Mexticacán, pueblo alteño, mago del violín, enamorado de la música clásica, genial, jovial. Tocaba con tanta delicia y maestría que, cuando Agustín Lara estaba en la capital de Jalisco, pedía que lo acompañara. “El Rincón de Toño Yáñez”, de la avenida Lafayette, fue un deleite para los amantes de la buena música por más de 20 años.
Arturo Xavier González, 1923, Tequila, pueblo agavero, cellista que no tiene parangón, punto y aparte de la música, virtuoso de la ejecución, integrante del quinteto que dirigió el jalisciense José Pablo Moncayo. Enrique Reyes, 1927, Tuxpan, Jalisco, arreglista y pianista, quien grabó discos LP para Peerless y RCA, como aquél clásico “La Chica de Ipanema”
