Zygmunt Bauman, sociólogo y filósofo polaco, dejó un aviso póstumo ante un futuro falto de esperanza para convertirse en el lugar de nuestras aprensiones, del temor a perder el empleo, a la multiculturalidad, a que nuestros hijos hereden una vida precarizada, a que nuestras habilidades laborales se vuelvan irrelevantes porque los robots lo sepan hacer mejor.
En su libro “Retrotopía” advierte como prácticamente inevitable respirar una atmósfera de desasosiego, confusión y ansiedad, porque todo lo que era sólido es ahora líquido, y la vida sea cualquier cosa menos agradable, reconfortante y gratificante, inmersos en una sociedad de consumo de masas, en una división entre “nosotros” y “ellos”, incurablemente hostil.
El pensador polaco dice que debemos prepararnos para un período que estará marcado por más preguntas que respuestas, y por más problemas que soluciones. Advierte que ahora nos encontramos en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común.
