Gabriel Gatti, sociólogo uruguayo, ha escrito un espléndido libro, legible y próximo, como las líneas de una mano, entre ensayo y crónica, que dota de sentido a lo que en apariencia no lo tiene: “Desaparecidos. Cartografía del abandono”, texto que estudia precisamente la desaparición de las personas como lo fueron su padre y hermana, sin ánimo de victimismo o encono.
La desaparición de personas, y las muchas formas de suprimir la identidad de los seres humanos, no es tan sólo un acto represivo que vulnera el orden democrático, sino también mancha, sombra, tacha y deshonra en la demografía, aplicable a los muertos sin nombre de la Guerra Civil Española o las cien mil víctimas de la violencia por el crimen organizado en México.
También estudia las personas que carecen de documentos, es decir, los descastados, sin papeles, faltos de identidad cívica, al igual que el robo sistemático de bebés, lo mismo que a los olvidados desafiantes de la pobreza, tanto como las masas nómadas desprovistos de costumbres reconocibles. Un libro que mide, página a página, algo que se acaba.
