Mártir cristero

noviembre 8, 2022

Uno de los 25 mártires mexicanos canonizados por el Papa Juan Pablo II, proclamado santo el 21 de mayo del año 2000, entre ellos Toribio Romo, fue el primer párroco de Mechoacanejo, en Teocaltiche, Jalisco, un amable cura, sacerdote sencillo, bondadoso capellán entregado a su ministerio, pobre entre los pobres, sastre sencillo que arropó a los más necesitados.

Julio Álvarez Mendoza tenía 60 años de edad cuando fue apresado por el ejército el 26 de marzo dirigiéndose al rancho “El Salitre”. Atado, amarrado a la silla de un caballo, privado de todo alimento e insultado con odio arrodillado, lo trasladan a Villa Hidalgo, Jalisco. Luego Aguascalientes. Después a León, Guanajuato, donde el general Amaro ordena fusilarlo.

Junto al basurero, cercano a la iglesia parroquial de San Julián, Jalisco, dice suavemente: “Voy a morir inocente, porque no he hecho ningún mal. Mi delito es ser ministro de Dios. Yo les perdono a ustedes. Solo les ruego que no maten a los muchachos porque son inocentes. Nada deben”. Cruzó los brazos y esperó la descarga. Eran las 5:15 A.M. del 30 de marzo, 1927.