Pensamiento político LXV

noviembre 14, 2022

Clemente Munguía, de cuna muy humilde en Morelia, luego obispo de Michoacán, se distinguió por ser un orador elocuente, talentoso y enérgico. Confinado por Comonfort y desterrado por Juárez vivió casi ciego en Roma donde murió. Sobresalen sus obras, “Discursos”, “Pastorales”, “Sermones” y “Defensa de la Iglesia y del clero mexicano”, entre otros ensayos de valor.

Decía que algunos gobernantes “revolucionarios” consideran los empleos como un botín que, por derecho de victoria, les corresponde a los corifeos de la insurrección, sin hacer alto en su ineptitud o falta de honradez que ocasiona un pésimo servicio público, que mina día por día las bases del Estado, administración contaminada de origen y en desorden permanente.

Señalaba que la llaga de México es la división en que se hallan sus hijos, siendo necesario que se consiga un genio conciliador para conjurar esta calamidad, hallando en sí propio recurso de avenimiento, un líder que logre reunir de nuevo las persuasiones y las creencias, el pensamiento y la acción en torno de una restaurada bandera de libertad y entendimiento.