La política en la civilización del espectáculo

junio 1, 2018

El Premio Nobel de Literatura nacido en Perú y de nacionalidad española, Mario Vargas Llosa, publicó en 2012 el ensayo “La civilización del espectáculo”, análisis minucioso que detalla la forma en cómo la cultura se ha ido degradando en las últimas décadas hasta reducirse a un mero espectáculo de fácil consumo humano.

Con lo anterior, la “sociedad líquida”, misma que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman definiera como, “el grupo de personas que por capricho, desean obtener rápidamente todo para consumirlo al momento”. De tal manera que, dicha rapidez posiciona a esa sociedad como el mercado objetivo de la citada “civilización del espectáculo”; en reducida cuenta, las letras y la cultura fueron derrotadas ante la hecatombe de lo absurdo.

De este modo, en el espectro político, la obra de Vargas Llosa, señala, entre otras cosas que, la política no queda exenta de la vulgaridad del vano espectáculo, siendo así, la frivolidad humana quien abrió paso a la incursión de artistas de cine, teatro, telenovelas, comediantes, deportistas y un sinfín de juglares de asfalto, quienes, como bueno patriotas, ahora deciden incursionar como candidatos a cargos de elección popular para unirse al servicio público de burda manera.

Cabe precisar que reconozco el derecho constitucional de los ciudadanos mexicanos para participar en política, sin embargo, nuestro país no está como para experimentar si el goleador, el portero, el héroe de la telenovela o la actriz de bello rostro, pueden resolver lo que por décadas la clase política no ha podido por sí misma.

Las tareas de reestablecer la paz, reducir los niveles exorbitantes de corrupción, recortar la brecha entre ricos y pobres o elevar el nivel de inversión extranjera en el país, entre otros temas, no nacen de un guion telenovelesco, teatral o del buen rendimiento en la cancha del azteca. Si bien es cierto, el maestro de la improvisación fue Mario Moreno “Cantinflas”, y aun así, jamás cometió estólido acto de participar en política electoral, comprendió que su campo de acción se limitaba a las carpas, al cine, y de vez en cuando, al ruedo taurino.

¿Cuántos militantes con méritos y virtudes en los partidos políticos fueron desplazados por Cuauhtémoc Blanco, Sergio Mayer, Eduardo Capetillo, María Elena Saldaña “La Guereja”, Rocío Banquells o Alfredo Adame en este 2018 (por citar algunos)?, seguramente varios, así es como se desperdicia el capital político con talento y al mismo tiempo, se ofender a la gente pensante.

El servicio público no necesita de ídolos surgidos de la civilización del espectáculo, de esos ya sobran, espero que el gran elector sepa diferenciar la charlatanería de la seriedad, solo así, emitirá un voto razonado sin dejarse llevar por las emociones, pues como señala Mario Vargas Llosa “la frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida, en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia”.

Twitter: @karloskgv