La reforma electoral de la Cuarta Transformación

diciembre 7, 2018

La historia política de México desarrollada a partir de la independencia, ha impactado en la forma y fondo de nuestro modelo de organización electoral.

El Doctor César Iván Astudillo Reyes, en su libro libro: “El derecho electoral en el federalismo mexicano”, como especialista en derecho constitucional y ciencia política, nos muestra la evolución de fenómenos sociales y el impacto que éstos han generado en las reformas jurídicas, las cuales, terminaron con el sistema hegemónico del siglo pasado.

Para entender la reciente transición democrática mexicana, es necesario leer con atención el capítulo II de la obra citada, el cual, detalla la evolución del derecho electoral a través de cuatro generaciones de reformas estructurales, mismas que transformaron la función electoral del estado.

La primera generación, enmarcada en las reformas de 1963, 1977 y 1986, sirvió, intrínsecamente, para abrir los espacios de representación popular y garantizar la entrega de prerrogativas económicas a los partidos, cabe señalar que dicho “…proceso de apertura no fue consecuencia de una concesión graciosa de la élite gobernante, sino producto de un conjunto de factores que tuvieron la fuerza para auspiciar la revisión de las reglas del juego político”. Lo anterior, promovió un pluralismo político, especialmente, en la Cámara de Diputados a través de los diputados de partido.

La segunda generación, promovida con las reformas de 1990, 1994 y 1996, se enfocó en crear órganos electoras autónomos e independientes del poder ejecutivo, ya que las cuestionadas elecciones de 1988, alteraron la estabilidad política, ya que “…produjo una intensa movilización política y social que amenazó con convulsionar al país…”, lo cual derivó en la creación del IFE que, aunque inicialmente era presidido por el Secretario de Gobernación, con los años y subsecuentes reformas, lo convirtió en órgano constitucional autónomo para evitar injerencia tanto del poder ejecutivo como del legislativo. Así mismo, en 1996, el entonces Tribunal Federal Electoral se incorporó al Poder Judicial de la Federación dejando de ser un tribunal de carácter contencioso administrativo electoral.

Con la tercera generación, representada especialmente en la reforma de 2007, se propuso generar paridad de condiciones en la competencia electoral y, “…se orientó a regular los problemas que claramente se habían presentado en las elecciones de 2000 y 2006…” pues el uso discrecional y desmedido de recursos financieros provenientes de cámaras empresariales, fueron utilizados para contratar publicidad en televisión, radio y prensa escrita para posicionar al candidato del PAN y PRI (elección del 2000), así mismo, para denostar al candidato de la izquierda y hoy Presidente de México (elección del 2006).

Así mismo, la cuarta generación, avalada por la reforma de 2014, se encargó de homologar y estandarizar reglas y procedimientos en procesos electorales tanto federales como locales, así como facultar al Consejo General del INE para atraer la organización de elecciones locales cuando las condiciones de modo tiempo y lugar lo justifiquen.

Ahora bien, si el Presidente Andrés Manuel López Obrador, desea poner en marcha la ratificación de mandato en el 2021, va a necesitar promover la quinta generación de reforma electoral para que cobre vigencia la citada figura, actuar a tiempo le hará ganar precisamente eso, tiempo, mismo que requerirá para enfrentar a sus adversarios políticos, ya que, en la misma jornada electoral tratarán de quitarle a su partido la mayoría en la Cámara de Diputados, tal como señaló Baltasar Gracián en el aforismo 151 de su obra: “El arte de la prudencia”, “Pensar anticipado hoy para mañana, y aun para muchos días… para prevenidos no hay acasos, ni para apercibidos aprietos”.

Twitter: @carloskgv