Políticos, vomitando la poesía…

septiembre 26, 2018

El problema mayor que existe en este siglo 21, es soñar que, lo que decimos o hacemos es una isla personal y que somos invisibles. Nada más alejado a la mismísima Alfa Centauri.

Pensar así, es lo que lleva a los gobiernos a perderse entre sus mentiras, claro está, en el mismo sentido, a sus líderes, empujados a complicarse entre sus falsas verdades.

Muchos, émulos del Rey Salomón, pero no por la mala fama -publicitaria- de justo, si no por la soberbia de desconocer la fuerza y designios de Dios. (Lean a Reyes y verán que divertidos y salvajes eran).

Y por favor, no se atoren que por más que busquemos la eternidad, somos y seremos agua de paso, agua corriente de la llave. Nadie será gran grande que las instituciones, por más que vivamos el romance entre espejos, aduladores y paragüeros.

Lo expresamos, porque estamos a poco más de dos meses para que inicie el nuevo gobierno y ya se siente la lucha por ganar los aplausos. Cuidado, que polvo en el viento somos.

Asumir que las locuras de Luis 14 (L’État, c’est moi) son eternas es no comprender que la eternidad es un chiste. Es ignorar a Newton, a Darwin, Tesla y Einstein, verdaderos santos, entre esta vida de tantos demoniacos políticos.

Veamos el caso patético de los mandatarios de los países de nuestros tiempos. A Donald Trump ridiculizado por sus iguales en la ONU, a Enrique Peña convertido en su propio chiste con Chumel.

A Putín rey de reyes en su planeta ruso, o a Xi Jinpin, el jefe de estado en China, para que al final de los tiempos diría Don Mago, se mueran todos de viejos. Hoy romántico, (algo le pusieron a la salsa de mis huevos fritos), porque buscan la eternidad, los malos políticos, no van a abrazar.

Decía José Alfredo “El Grande” al dar las Gracias… Yo no quiero saber, que se siente tener millones y millones, si tuviera con que compraría para mi, otros dos corazones, para hacerlos vibrar y llenar otra vez, sus almas de ilusiones.

Entonces por qué tanto afán por pasar a la historia en la lista de los caricaturizados. Decía el viejón Churchill lo siguiente: “A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada».

«Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema». «El problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes».

Lo igualaba Manuel Machado en sus coplas: “Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás. Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad”.

Así de mundanos deberían de ser los gobiernos… pero no, nuestros políticos vomitan la poesía.

Y una más de Don Manuel…. “En política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela”.

18 pendientes…

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