Confucianismo chino.

septiembre 28, 2020

José Guadalupe Rocha Esparza

500 años antes del nacimiento de Jesucristo, vivió en China el único individuo en la historia que modeló el pensamiento, usos y costumbres de una nación. Su empeño más ferviente y sabio era conseguir que el hombre obrara bien, resumiendo su doctrina en una regla áurea, un precepto, una norma fundamental de conducta: “Haz a tu prójimo lo que quieras para ti”.

Confucio, un maestro del arte de vivir, tan estricto como exigente, genio intelectual de los tratados de urbanidad, leyes inspiradoras y principios políticos, requería que sus discípulos adquirieran dignidad, pureza, seriedad, firmeza de propósito, lealtad, sencillez, benevolencia y atención reverente a sus cometidos, es decir, observar la Biblia de la nación china.

Trazó los planes de una República ideal, como Platón después, donde las personas vivieran como una familia bien avenida, gobernada por hombres virtuosos y de buen consejo. Al morir, le lloraron tanto como a un padre y guardaron luto por tres años, recordando sus enseñanzas, prosa llana o sentencias: “No te creas tan grande que te parezcan los demás pequeños”.