José Guadalupe Rocha Esparza / 27 de enero de 2021.
En un avión es la máquina la que impone las reglas. Los pilotos están para servirla. Fuera del avión sólo existe el vacío o abismo. Durante el vuelo puede producirse turbulencias hasta el punto que caigan las maletas sobre la cabeza de los pasajeros. En casos de emergencia grave no hay forma de solucionar el problema si no es desde adentro por la propia tripulación.
Los pasajeros que navegamos sin escapatoria en nuestro sistema político, tenemos derecho a exigir de que los políticos sepan manejar las máquinas para evitar estrellarnos contra el Popocatépetl o Iztaccíhuatl y sepan respetar nuestro equipaje durante las zarandeadas del vuelo, para no vernos desvalijados al llegar a la terminal área en obsceno espectáculo.
Como pasajeros volveremos próximamente a poner con el voto a esos políticos en la cabina de mando. En el sistema democrático mexicano, la máquina manda, aunque no necesariamente debe imponer el destino. Puede que con el cambio de tripulación cambie también el rumbo del país y fructifique la ilusión de ver pilotos experimentados durante este nuevo viaje.
