Venezuela. 30 de julio de 2017.- La violencia desatada por los cuerpos represivos contra las manifestaciones de la oposición en distintas regiones del país, empañó la elección de la Asamblea Constituyente que el gobernante Nicolás Maduro impulsa para reescribir la Carta Magna, cerrar el Parlamento y diseñar un Estado a su medida.
Entre la noche del sábado y la tarde del domingo, se registraron 16 asesinatos, informó el diario El Nacional. De acuerdo con este reporte, se trataría de una de las jornadas más violentas desde que en abril comenzaron las protestas contra Maduro. Sumando lo ocurrido en las últimas horas, el total de víctimas fatales en este periodo superaría las 120.
Mientras la cúpula chavista celebraba su fiesta electoral, miembros de bandas paramilitares y efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional atacaban conjuntos residenciales y zonas donde se concentraban simpatizantes de la oposición para expresar su rechazo a la Constituyente. Vecinos de El Paraíso, en el oeste de Caracas, denunciaron que los uniformados derrumbaron portones de edificios familiares, dispararon bombas lacrimógenas a mansalva y hasta provocaron un incendio al quemar una camioneta.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) había convocado a una gran concentración en la capital y a “trancazos” –cierres de vías- en el interior del país. El gobierno, que prohibió las manifestaciones públicas entre el viernes y hasta el martes para que nadie “perturbara” los comicios del domingo, arremetió con toda su fuerza e impidió el desarrollo de estas actividades. “No toleran que la gente se concentre, les lanzan lacrimógenas”, fustigó el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara.
A pesar de la evidencia, la maquinaria de propaganda chavista se mantenía imperturbable. “En paz y normalidad el pueblo venezolano vota este domingo”, titulaba la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), que acompañaba la nota con la foto de una sonriente presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena. “Estamos votando en tranquilidad, celebramos esta fiesta de la democracia y saludamos a esas personas que han mantenido su alta participación”, afirmó Lucena.
Maduro sufragó muy temprano. “Quise ser el primer voto por la paz, la independencia, la soberanía y por la tranquilidad futura de Venezuela”, declaró. Ante los medios, el dignatario sufrió un momento embarazoso cuando presentó su “carnet de la patria” –documento que recientemente creó el chavismo supuestamente para facilitar le entrega de ayudas sociales – y la máquina que leyó el código señaló en pantalla: “La persona no existe o el carnet fue anulado”.
La pelea de los números
en las últimas horas de hoy no se había presentado un balance final del número de participantes en este proceso. Sin embargo, ya estaba en marcha la guerra de cifras. “No llegan ni siquiera al 7% del padrón electoral, estamos hablando de menos de un millón de personas. El gobierno cava su propia tumba con el fraude gris que demuestra cero apoyo popular”, aseveró el presidente del Parlamento, Julio Borges, a las 3 de la tarde.
Para las principales encuestadoras que han trabajado en los procesos electorales, las cifras a las 4:30 pm proyectaban una participación de 2.252.250, lo que representa el 12% del Registro Electoral.
El régimen chavista, por su parte, alababa la “amplia participación” de los electores en los comicios. “A toda nuestra maquinaria política, vamos al remate perfecto. Estamos haciendo historia, somos un pueblo gigante”, exclamó a través de su cuenta en Twitter el vicepresidente de la República, Tarek El Aissami.
La MUD indicó que en la consulta popular que organizó el 16 de julio, 7.535.259 venezolanos expresaron su rechazo a la Constituyente. Borges adelantó que el oficialismo pretendía inflar los cómputos reales de este domingo para “anunciar una cifra de 8.5 millones” de votantes.
La opacidad del proceso despierta las sospechas. El rector Luis Emilio Rondón, único representante de la oposición en el quinteto directivo del CNE, advirtió que el “debilitamiento de los controles técnicos” ni siquiera permitía evitar que una persona sufragara más de una vez.
“El balance es un proceso sin convocatoria por el pueblo, que se lleva a cabo con menos auditorías, sin la tinta indeleble, utilizando subregistros electorales, sin respetar la proporcionalidad, la universalidad del voto ni la personalización del sufragio”, enumeró Rondón las desviaciones de esta elección.
Más allá de las estadísticas y su uso en el debate político interno, algo está claro: no importa cuántos venezolanos hayan atendido el llamado de Maduro, el grueso de la comunidad internacional, comandada por Estados Unidos, la Unión Europea y las principales democracias de América Latina, ya han dicho que no reconocerán la Constituyente.