J. Eleazar de Ávila…
Decir la verdad nunca ha sido un buen negocio y quien lo dude que revise la historia del mundo. En todas las regiones y formatos de civilización, expresarse con franqueza siempre ha costado muchos más que latigazos.
Literalmente la vida, la cabeza y no obstante que los rostros de la muerte son muy variados, en México los representantes de la sociedad han elegido una ruta aparentemente menor, pero que tiene el mismo objetivo. La Censura.
Y no es que estemos a favor de afectar la moral de terceras personas, pero estirar las cosas a nivel de cárcel aun cuando se diga la verdad. Caray, donde quedó aquella frase que se adjudica a Voltaire en el sentido de que “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Enterrada, los diputados que nos “defienden” han autorizado que sea delito quien «comunique, a través de cualquier medio tradicional o electrónico, UN HECHO CIERTO O FALSO, determinado o indeterminado, que pueda causar deshonra, descrédito, perjuicio o exponer al desprecio de alguien».
Es lo que establece en el adicional el Artículo 1916 del Código Civil Federal, con el que se censura especialmente a quienes desde las redes sociales hacen escarnio falaz. Sin embardo, en el contexto de la expresión de la libertad. ¿Dónde quedó su salvaguarda?
Ya decía Umberto Eco lo siguiente sobre el tema: «Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior», el «drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad».
“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”.
¿Adiós a los memes? Al abuso en redes sociales, que como todo en la vida, una cosa es que se use “la web” para ofender en sistema a la sacrosanta comunidad política encabezada hoy por el Presidente de México, Enrique Peña Nieto y otra muy diferente, cortar de tajo la libre expresión de los mexicamos que hacen de las redes sociales escape a su colapsada crisis económica.
En fin que, si ya está así la nueva ley, porque no proponer que existan mejores controles para que quienes nos gobiernen, sean menos obtusos. Por qué no hacer una ley que les saque la bandera, primero amarilla y luego una roja en el acumulativo de las muestras exacerbadas de estulticia.
¿Saben cuantas le habríamos cabado al Presidente, a diputados y senadores, gobernadores? Pero bueno, bien que se nota que cuando el PRI da muestras de perder las elecciones 2018, no hay quien les gane.
No hace mucho, comentaba un ciudadano de a pie la forma en que Andrés Manuel López Obrador se daba de “balacitos en sus patas”, a lo que el otro le contestó. Y que te parecen los escopatazos que todos los días se da Peña en la entre pierna….. ¡Oooouch!
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