María Esther Beltrán Martínez
Fotos: J.Carlos Santana
Málaga, España.- La Costa del Sol se viste de fiesta y las exposiciones con las que cierra el año son espléndidas. Y una de las que tiene fantasía, desde su título, es la que se exhibe en el Museo Carmen Thyssen Málaga.
Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (1860-1900). Muestra más de 80 obras de artistas nacionales e internacionales que vivieron de manera directa la experiencia de lo oriental se configura el momento de esplendor de esta temática a mediados de la centuria. Entre pinturas, dibujos,acuarelas, fotografías y objetos etnográficos, organizados en tres secciones dedicadas, respectivamente, al
paisaje, las escenas de costumbres y los tipos humanos. Junto a la obra de los pintores españoles, se
muestran varios ejemplos de la pintura francesa contemporánea, de artistas como Delacroix, Benjamin-Constant o Dehodencq, para mostrar la visión compartida sobre ese territorio de evasión en el que el Occidente burgués buscó un paraíso incontaminado y primigenio, ajeno a la transformación que la
industrialización estaba provocando en los países del norte de Europa. Su visión sigue cautivando hoy la
mirada y reflejando las contradicciones de una dialéctica Oriente-Occidente que, con perspectiva distintas y a veces con los mismos prejuicios, sigue de actualidad hoy.
En Francia, serán Delacroix o Benjamin-Constant los principales representantes de una pintura que en España tendrá en Mariano Fortuny, a partir de 1860, a su mejor intérprete. Viajero en Marruecos en tres ocasiones (1860, 1862 y 1871) y autor de un amplio número de obras de temática orientalista, tanto pinturas y grabados como, sobre todo, acuarelas y dibujos, con Fortuny este género se actualiza moderniza y supera la visión romántica de sus primeros cultivadores.
“La pintura orientalista generó un importante catálogo de imágenes basadas en aspectos tópicos que pronto fueron asumidos socialmente . Los placeres de la carne, a partir de la visiones inauditas del harén, o las costumbres insólitas, representadas por los encantadores de serpientes o por los jinetes de la fiesta de la pólvora , fueron algunos de los protagonistas más habituales, junto a ellos, el paisaje, la arquitectura, los rostros de figuras femeninas y masculinas, la religión y la tragedia. La idea del harén fascinó a estos viajeros procedentes de una cultura patriarcal, una ensoñación que permitía recrear la voluptuosidad y el erotismo, pero también el drama y la barbarie. Siempre distante, se evitaba cualquier indicio de identificación, la realidad ajena admitía para su representación ciertas licencias, pues era la visión del otro”, explica la directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga y co-comisaria de la muestra, Lourdes Moreno.
Mariano Fortuny (1838-1874), artista de extraordinario talento y creatividad, y uno de los grandes maestros de la segunda mitad del siglo XIX, es referente en el arte oriental que visitaron el norte de África.
Moreno explica que esta exposición sigue los pasos de artistas viajeros, españoles y franceses que dieron forma a uno de los géneros más singulares de la pintura decimonónica, alentados por la expansión colonial europea en el siglo XIX, el auge de la literatura de viajes, la búsqueda de nuevos temas artísticos, un indudable espíritu aventurero y la cercanía de un territorio, el Magreb, en el que podían recrear la idea de un Oriente de sugerentes evocaciones de exotismo.
“Con estos pintores que vivieron de manera directa la experiencia de “lo oriental” se configura el momento de esplendor de esta temática a mediados de la centuria.estrechas y llenas de vida, las llamativas (a ojos occidentales) costumbres y vida cotidiana de aquellos países, y los rostros e indumentarias de sus moradores, muchos de estos viajeros convirtieron el relato de sus vivencias, pasado no pocas veces por el tamiz de la fantasía y la evocación literaria, en protagonista de su pintura.
El resultado son obras llenas de colorido, preciosistas y vibrantes, y una pintura de intensos y sorprendentes contrastes que revelan una mirada fascinada ante el “descubrimiento” de un nuevo universo. Así, en la muestra conviven paisajes bañados por la intensa luz del desierto con los oscuros interiores de los cafés y los harenes prohibidos; la vivacidad y fiereza de los guerreros con la dulzura de hermosas mujeres; la espléndida Alhambra, como evocación del pasado árabe de España, con mercados callejeros en Tetuán o Tánger. Una rica muestra, en definitiva, de todos los motivos que llamaron la atención de los pintores orientalistas, de los viajeros y de los que, desde sus estudios, sin haber visitado siquiera el norte de África, siguieron alimentando la fantasía árabe de los burgueses europeos”.
Una de las obras que se expone de José Benlliure, Café moro se disparó en una subasta de Sotheby’s. El cuadro del artista valenciano tenía un precio de 70 mil libras y se subastó por 550 mil.