La escasez de agua detona conflictos sociales

marzo 24, 2024

 

Autor Rafael Paz  

 

Cuando falta, está contaminada o las personas tienen un acceso desigual o nulo a ella, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países: Organización de las Naciones Unidas

“El agua puede crear paz o desencadenar conflictos”, con esas palabras inicia el llamado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para añadir a la conmemoración anual del Día Mundial del Agua el lema: ‘Agua por la paz’.

“Cuando el agua escasea, está contaminada o las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países. Más de 3,000 millones de individuos en todo el mundo dependen de la que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, sólo 24 países tienen acuerdos de cooperación para todos los recursos hídricos que comparten”, subraya la ONU y añade:

“A medida que aumentan los impactos del cambio climático y crece la población, hay la necesidad apremiante, dentro de las naciones y entre ellos, de unirse para proteger y conservar nuestro recurso más preciado. La salud pública y la prosperidad, los sistemas alimentarios y energéticos, la productividad económica y la integridad ambiental dependen del buen funcionamiento y la gestión equitativa del ciclo del agua.”

Mensaje oportuno

Para Manuel Perló Cohen, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, lo propuesto por la ONU no sólo es oportuno, sino necesario ante las inquietudes de buena parte de la población mundial frente a la sequía que afecta a diversas zonas del planeta.

“Considero que fue una elección extraordinaria, muy oportuna y adecuada para el momento que está viviendo el orbe, porque vemos al alza en los últimos años los conflictos por el agua, tanto los que se dan entre naciones, como al interior de ellas. Es un llamado muy importante: no tiene por qué darse la disputa. Sobre todo si antes trabajamos para evitarlo”, señala.

El especialista apunta que todos los años el organismo internacional elige un tema para acompañar su mensaje central alrededor de la conmemoración del 22 de marzo: “por ejemplo, en 1995 fue ‘La mujer y el agua’; en el 2000, ‘Agua para el siglo 21’; para 2001, ‘Agua y salud’; en el caso del 2006, ‘Agua y cultura’. Así cada año van apareciendo nuevos asuntos de actualidad, como en 2022, con el lema ‘Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible’, y el año pasado: ‘Agua para todos’”.

Prevención

“La posibilidad de actuar preventivamente es una gran oportunidad que no debemos desaprovechar”, asegura el académico, “no solamente tenemos que trabajar los conflictos que ya existen, sino los que pueden venir y abordar cómo los vamos a resolver. ¿Es mediante la formulación de un convenio, un acuerdo o a partir de la revisión de los existentes? Podemos hacer muchísimas cosas para evitar las situaciones más extremas, que es cuando se pierden vidas humanas, infraestructura de agua y saneamiento, o se desaprovechan los recursos”.

A consideración de Perló Cohen, antes de firmar cualquier tipo de acuerdo, es necesario que las autoridades analicen “las distintas dimensiones; por ejemplo, una es la cantidad y la calidad de agua disponible. Otra es cómo se va a distribuir esa agua y, un tercer punto, una vez que se utiliza, a dónde llegará, bajo qué condiciones de tratamiento. Como cuarto elemento a considerar: ¿cómo se pagará por ella y se garantizará su uso racional?”

Y agrega: “muchas veces los malentendidos que hay entre países se dan porque uno decidió, por ejemplo, construir una presa en el cauce de un río que abastece a otra nación. Como es el caso del río Nilo, en donde hay 11 países que comparten la cuenca. Y si uno toma una decisión, como la de construir una gran presa en Etiopía, eso afecta a decenas de millones de personas río abajo. Egipto está hasta el final del río Nilo, lo que se haga a miles de kilómetros de distancia afectará la cantidad y la calidad de agua que llegará, de la cual depende muchísima gente para beberla, pero también para la agricultura y para las actividades económicas”.

El coautor de ¿Guerra por el agua en el Valle de México? menciona que todas las partes deben de aprobar el pacto, ya que de no hacerlo a futuro surgirán problemas más agudos en las comunidades.

Así lo explica: “No es una solución que decida una de las partes; todos deben participar. Entonces, un convenio o acuerdo tiene que considerar todos estos aspectos. Y si no firman todas las partes, no se puede hacer; por eso es tan difícil. Se necesitan estudios de cuánta agua se tiene, cuánta se tendrá dentro de 20, 25, 30 o 50 años, cuáles serán sus características. Todo esto hay que analizarlo muy detenidamente y acordarlo, dentro de 10 años revisamos este convenio para ver si las condiciones sobre las cuales se construyó siguen siendo válidas o no. Los acuerdos tienen que renovarse constantemente”.

Prevención

“La posibilidad de actuar preventivamente es una gran oportunidad que no debemos desaprovechar”, asegura el académico, “no solamente tenemos que trabajar los conflictos que ya existen, sino los que pueden venir y abordar cómo los vamos a resolver. ¿Es mediante la formulación de un convenio, un acuerdo o a partir de la revisión de los existentes? Podemos hacer muchísimas cosas para evitar las situaciones más extremas, que es cuando se pierden vidas humanas, infraestructura de agua y saneamiento, o se desaprovechan los recursos”.

A consideración de Perló Cohen, antes de firmar cualquier tipo de acuerdo, es necesario que las autoridades analicen “las distintas dimensiones; por ejemplo, una es la cantidad y la calidad de agua disponible. Otra es cómo se va a distribuir esa agua y, un tercer punto, una vez que se utiliza, a dónde llegará, bajo qué condiciones de tratamiento. Como cuarto elemento a considerar: ¿cómo se pagará por ella y se garantizará su uso racional?”

Y agrega: “muchas veces los malentendidos que hay entre países se dan porque uno decidió, por ejemplo, construir una presa en el cauce de un río que abastece a otra nación. Como es el caso del río Nilo, en donde hay 11 países que comparten la cuenca. Y si uno toma una decisión, como la de construir una gran presa en Etiopía, eso afecta a decenas de millones de personas río abajo. Egipto está hasta el final del río Nilo, lo que se haga a miles de kilómetros de distancia afectará la cantidad y la calidad de agua que llegará, de la cual depende muchísima gente para beberla, pero también para la agricultura y para las actividades económicas”.

El coautor de ¿Guerra por el agua en el Valle de México? menciona que todas las partes deben de aprobar el pacto, ya que de no hacerlo a futuro surgirán problemas más agudos en las comunidades.

Así lo explica: “No es una solución que decida una de las partes; todos deben participar. Entonces, un convenio o acuerdo tiene que considerar todos estos aspectos. Y si no firman todas las partes, no se puede hacer; por eso es tan difícil. Se necesitan estudios de cuánta agua se tiene, cuánta se tendrá dentro de 20, 25, 30 o 50 años, cuáles serán sus características. Todo esto hay que analizarlo muy detenidamente y acordarlo, dentro de 10 años revisamos este convenio para ver si las condiciones sobre las cuales se construyó siguen siendo válidas o no. Los acuerdos tienen que renovarse constantemente”.

Soluciones

Todos esos problemas exigen respuestas integrales para ser solucionados, resalta Perló Cohen. “El tema no es únicamente la sequía, sino también la mala gestión del agua. Y por mala gestión del agua hay que pensar en varias dimensiones. Una es el desperdicio que ocurre dentro de la propia red de distribución, dentro de los acueductos de la red primaria y que en algunos casos puede alcanzar hasta el 40 %. Esta es una responsabilidad fundamentalmente del sector público; se debe evitar que ocurra esto”.

A lo que suma un par de sugerencias: “además del tema de las fugas, está el hacer un cobro adecuado. Sobre todo entre las personas que realizan consumos elevados, ya sean domésticos o de industrias. Hay que estar revisando constantemente el sistema tarifario para adecuarlo a las condiciones existentes y, sobre todo, favorecer que mientras más alto sea el consumo y los ingresos sean elevados, se pague más”.

Todos esos problemas exigen respuestas integrales para ser solucionados, resalta Perló Cohen. “El tema no es únicamente la sequía, sino también la mala gestión del agua. Y por mala gestión del agua hay que pensar en varias dimensiones. Una es el desperdicio que ocurre dentro de la propia red de distribución, dentro de los acueductos de la red primaria y que en algunos casos puede alcanzar hasta el 40 %. Esta es una responsabilidad fundamentalmente del sector público; se debe evitar que ocurra esto”.

A lo que suma un par de sugerencias: “además del tema de las fugas, está el hacer un cobro adecuado. Sobre todo entre las personas que realizan consumos elevados, ya sean domésticos o de industrias. Hay que estar revisando constantemente el sistema tarifario para adecuarlo a las condiciones existentes y, sobre todo, favorecer que mientras más alto sea el consumo y los ingresos sean elevados, se pague más”.