Físico tímido.

octubre 12, 2020

José Guadalupe Rocha Esparza

Albert Einstein encontró inspiración en los pedales de su bicicleta a los 26 años para resumir lo que es hoy la ecuación más famosa de la ciencia: la energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Su fórmula fue controversial. En Hiroshima se tradujo en horrenda realidad. Proporcionó algo más que la base teórica para la bomba atómica.

El físico alemán de origen judío era noble, amable, afectuoso, risueño, humilde, tímido, pacifista; reacio al peluquero; usaba suéter muy ancho, pantalones arrugados, corbata vieja en vez de cinturón, disforme abrigo negro y ajeno a los calcetines, siempre en busca de los secretos del tiempo y del espacio, vivir en soledad, caminar, pensar y trabajar con lápiz y papel.

En 1939, Einstein redactó una carta al presidente de los Estados Unidos, aseverando su creencia en el uranio como una nueva fuente de energía. Roosevelt autorizó de inmediato el “Proyecto Manhattan” para poseer un arma de guerra. El profesor de Princeton, New Jersey, esposo de Mileva Maric, falleció a los 76 años. “Dios es sutil, pero no travieso”, decía Albert.