Mientras sosteníamos amena charla matutina con el Padre Tomás de Híjar, amante de los libros, de la cultura y el conocimiento, precisamente en el café Madoka de Guadalajara, lleno de tradición y gratos recuerdos, un protervo sujeto ladroneaba por la calle Enrique González Martínez ávido de hurtos frecuentes, robos repetidos y hechos delictuosos de esta especie.
Un ente bandido, malvado, atracador, vulgar caco, además de vil ratero, birlesco y faltrero, se apersona tan cerca de nuestra mesa, extrae pinzas y corta el cable que unía mi cicla con la bici puerto de la propia banqueta en instantes, hurta y pedalea sin importarle mis gritos de reclamo por la calle Pedro Moreno y perderse en la Donato Guerra. El bien robado consumado.
Policías del actual ladronerío centro de Guadalajara tomaron nota en el reporte 172 y la Fiscalía del Estado en la carpeta NUC:D-I/73453 por robo a persona en agravio del suscrito, infiriéndome un daño patrimonial de 30 mil pesos, valor de la TREK. La pena por el hurto conforme a la Ley de las XII Tablas era la muerte. Confío que el Escudo Urbano C5 la encuentre ya.