El 9 de julio, año 1918, nació el guardián de las letras mexicanas, que tuvo por patria Acaponeta, Nayarit, un maestro de pocas palabras y muchos ejemplos, laureado poeta, crítico literario, corrector, tipógrafo y editor de los libros de Juan Rulfo, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Juan José Arreola y Carlos Fuentes en el Fondo de Cultura Económica, donde laboró 58 años.
Sus libros, obra breve y admirable, son poesía, versos en espiral que purifican la pasión; palabras de amor: Páramo de sueños, Imágenes desterradas, Palabras en reposo. Decía que es mejor dejar una línea perdurable, que un grupo de libros tirados a la basura. Chumacero Lora fue un poeta sensual, poeta del goce y el gozo del instante; bebedor heroico.
Afirmaba ser un literato que sabe vivir, gustar de las sílabas contadas y amor por la vida; que prefiere una línea bonita, una palabra en su lugar, un acento bien puesto en un verso. Gustaba mucho de la sonrisa femenina, donde las mujeres fueron los pilares de su poesía. Convencido estuvo de que la mujer es el único testimonio de que Dios existe. Sin ellas no se vive.
