José Guadalupe Rocha Esparza
La maldad está a la vuelta de la esquina. Desde siempre nos rodea. Tiene muchos rostros la vileza humana, absoluta, suprema, cotidiana. Son aquellos que, teniendo un compromiso ético, lo violan de forma repugnante. Se distinguen por su falta de empatía, su incapacidad para ponerse en la piel del otro, su extremo egoísmo, de vomitivos actos perversos y crueles.
Los canallas, bribones y sinvergüenzas dicen no arrepentirse de nada; han mentido, engañado, manipulado a su antojo sin importar consecuencias; destruyen sueños y reputaciones; traicionan a los que han sido leales; provocan dolor, ruina y miseria sin que se les mueva una pestaña. Juegan con las esperanzas de quienes pensaron que podían cambiar su realidad.
Pero la bondad, benevolencia y benignidad también existe en personas que sí tienen un reconocimiento social, académico y político, ajenos a turbios tejemanejes propios de gentuza despreciable. Educarse en la Filosofía y en las Humanidades es imprescindible para luchar contra la canallada que trata a los ciudadanos como si fueran menores de edad. ¡Despabilémonos!