Hablar de café es voltear a ver el lado bueno del día. Antes de la primera taza, la agenda está en blanco. La realidad noticiosa de cada fecha amerita beber café, porque la prensa se lee mejor a sorbos con una mezcla de granos de Xalisco, Nayarit, sea de El Malinal o El Cuarenteño. La diaria dosis de cafeína despierta momentos de gracia y beatitud e inspira sueños.
El café “Amaretto” de Plaza La Loma en Tepic es un encantador de olfatos y romántico en paladares, propio para tratar asuntos que merecen tiempo para conversar con el amigo, cuyas palabras son un alud de alivio alivianado y adivina siempre el momento en que se le necesita, o de aquella persona que abre el corazón, anima, pregunta por la familia, sonríe.
El pulso de muchas ciudades del país se siente en las cafeterías, atraídos por el aroma y la suave música que alimenta neuronas, espacios de comunicación sincera y relajada donde se encuentran las mismas gentes para hablar pausado idénticos temas, pero siempre de otra forma, con el poder de un café americano, moca, expreso sencillo, doble o cortado.