José Guadalupe Rocha Esparza
Al tamagotchi o mascota virtual, le ha seguido el celular, otro aparato electrónico móvil que nos gusta o vuelve locos como los caramelos, permitiéndonos comunicar, un rectángulo oscuro que colma el deseo de ansiedad y abismo, adicción que ahora domina a seres humanos que creen estar libres de la manía mientras la ejercen, la ejercemos, gustosos, felices.
Dentro de ese rectángulo están los periódicos, las noticias, los cotilleos, los entretenimientos, los concursos, las llamadas, los mensajes, las fotos, los correos electrónicos, la pornografía, los avisos, el tiempo y la pérdida de tiempo, las ansiedades. También estamos nosotros, víctimas suculentas del festín que damos a todas las multinacionales con nuestros datos.
Hace unos días, mirando cualquiera de esos nutrientes que están en el celular, estuve a punto de ser infraccionado por un policía vial de Tepic, todo por la prisa de tardar. Por ello decidí abandonar con mucha voluntad el tamagotchi del siglo XXI mientras conduzca para evitar un accidente. Es tiempo de olvidarnos del mal uso del juguete de la ansiedad llamado móvil.