Recorrí en compañía de Mario Lara, conspicuo amigo, el trayecto de 117 kilómetros entre las ciudades californianas de San Francisco y Santa Cruz, marcado por playas de arena, colinas ondulantes y resplandecientes vistas al océano, inhalando en motocicleta de gran cilindraje bandas plateadas de niebla y gigantescos árboles, mágico camino de proverbial aventura.
Pausamos nuestro periplo de adrenalina pura en Playa Linda Mar, Playa Pomponio, Montaña Montara, Tobogán del Diablo, Half Moon Bay, Pantano de Pescadero, estuario de agua dulce más grande de la península, el alucinante Parque Estatal Año Nuevo, incluyendo ese excepcional Faro de Pigeon Point, encendido en noviembre de 1872, para guiar a navegantes.
Otra escala técnica en Pacífica para admirar a perros con traje de agua lanzados al océano, participantes del campeonato mundial de surf canino. Finalmente, llegar a Santa Cruz, la duodécima misión fundada por los españoles el 28 de agosto de 1791, junto al Río San Lorenzo y pueblo de Branciforte, ciudad de largo muelle y parque de diversiones frente al mar.
