Héroe Civil Desconocido sería la estatua que haría si fuera escultor en honor al hombre anónimo y la ignorada mujer que sostienen el peso del mundo, escribiendo su historia cada día con una sonrisa vacilante ante los hachazos del vivir sin que nos demos cuenta, mismos que enfrentan, heroicos y callados, la muerte, el sufrimiento, el dolor y la soledad.
Esa efigie tendría la forma de aquel señor que dejó su vida en la oficina; o de la mujer que ha cuidado de sus hijos y su esposo; o del muchacho que se esfuerza en sacar buenas calificaciones; o de la modesta empleada que gana misérrimo salario; o del niño que trabaja en la calle para ayudar al gasto de su casa, batallas silenciosas para librarse de algún hachazo.
Por esos épicos, tácitos y firmes combatientes continúa la vida. Llegamos en estado de orfandad a este mundo, vacíos de todo. Lo dijo Cervantes: “Desnudo nací, desnudo me hallo; ni pierdo ni gano…” Sin embargo, en medio de oscuros temores, vive la esperanza, un comienzo nuevo de vida, alegría, amor, felicidad. Y como dice el dicho: mañana será otro día.
