José Guadalupe Rocha Esparza
Caminar es algo más que un ejercicio físico. Andar es también pensar. Más allá de sus consideraciones médicas o deportivas, caminar tiene un valor filosófico, dado que en cada paso rítmico el caminante alienta su fantasía y su capacidad de reflexión al tiempo de sobrevivir en buena forma, nuevo modo de entretenimiento y mayor nivel de curiosidad en el vagabundeo.
Caminar es una experiencia para estudiosos, artistas, literatos y fotógrafos, un deambular recreativo, gastronomía ante los ojos del caminante urbano y moderno o del excursionista o caminante clásico, propios del campo o de los espacios abiertos. Caminar es cometer el pecado de perder el tiempo en una sociedad de urgencias y de disponibilidad absoluta para los demás.
Caminar es la necesidad de interrogarnos mientras andamos, una pausa del trabajo y del celular, transgredir las normas cada día más asfixiantes del Gran Hermano que hemos creado entre todos, voluntariamente o no. Caminar nos da libertad lo mismo que el pensamiento. Caminar es un proceso de aprendizaje y descubrimiento, una manera de vivir y de pensar.