José Guadalupe Rocha Esparza
Pasados los 90 años, Charles Aznavour seguía despertando admiración. Cantó en francés, inglés, italiano, castellano, alemán, ruso y armenio para presidentes, papas y realezas con más de mil 400 canciones grabadas, 800 de ellas compuestas por él mismo, más de 100 millones de álbumes vendidos y actor en 80 películas, toda una reliquia en Francia, lleno de luz.
“La bohème”, “Venecia sin ti”, “La mamma” y “Emmenez-moi”, figuran entre las canciones más destacadas de un repertorio con marcado tono nostálgico, melancolía reposada, que nos recuerda una época de nuestra vida en que la pobreza no estaba reñida con la dicha. En Armenia tiene estatuas y museos. En Cuba fue reverenciado. El Frank Sinatra de Francia.
Sus padres, barítono y actriz, huyeron del genocidio armenio en 1915. Nueve años después nació Shahnourh Varinag Aznavourián Baghdasarian, quien compuso para artistas como Edith Piaf, una de las cantantes más célebres de la dulce Francia del siglo XX. “Abdicaré”, canción con un vago aire oriental de procedencia turca y armenia, fue su último aliento a los 94.