Hoy es un día nuevo, propio para esforzarnos en hacer lo mejor que nos toque hacer, sin dejarnos llevar por la mediocridad o la pereza; propio para comportarnos amable con todos, incluso con los que no merecen nuestra amabilidad; propio para dar alegría a los demás, no tristeza o enojo para ellos; propio para evitar lo que nos daña y hacer algo benéfico a la salud.
Hoy es un día nuevo, propio para pensar un poco más en los que nos rodean y un poco menos en nosotros mismos; propio para intentar olvidarnos de los achaques corporales y defectos del alma; propio para contar más las bendiciones que tenemos que las superfluidades que nos faltan; propio para procurar ser bueno y tratar o intentar ser mejor en todo.
Hoy es un día nuevo, propio para elogiarlo como todos los días; propio para alabar las cosas pequeñas, cotidianas y sencillas: la almohada, tibia como la mujer o el café de la mañana, lento a pesar de toda prisa; propio para trabajar, abrazar al amigo, abrazar al amor, abrazarse con la vida. Proclamemos la gloria de estar vivos y cantemos un himno al nuevo día.