José Guadalupe Rocha Esparza
Conflictos, nadie los quiere. Desacuerdos persistentes, tampoco. Pero en algún momento de nuestra vida tenemos un choque de egos e intereses. La forma puede adoptar diferentes apariencias: mala comunicación, conveniencias opuestas, opiniones encontradas, incompatibilidades, discusiones y peleas, fiel reflejo de la necesidad oculta de tener la razón.
Es la interpretación de los hechos lo que enemista a las personas: un silencio, una omisión, una presuposición, un olvido, una creencia, una petición no expresada, un derecho imaginario o cualquier representación mental de los acontecimientos o situación para fabricar un desacuerdo. Actuar rápido es la mejor opción, antes de que los ánimos se caldeen.
Además, dejar de hacerlo más grande; buscar puntos de acuerdo; cambiar el vocabulario de reactivo a proactivo; dejar de juntarse con gente molesta, tóxica o casi letal, emocionalmente desgastante y olvidarse de viejas creencias. El costo de no gestionar soluciones, ocasionará pérdida de la amistad, alegría, felicidad y paz interior. Deje de jugar a los juegos del ego.