Extrema o máxima aspiración del ser humano en el frenético ruido de la vida es la obsesión por mercantilizar el tiempo en productividad, eficiencia, prisa, velocidad, inmediatez, aceleración; multiplicar horas; planificar actividades; huir hacia adelante con reloj en mano; apresurarse hasta un nuevo síndrome, crónico y perjudicial, seguro como el infarto: la cronopatía.
La cronopatía, enfermedad del tiempo, inseparable de ataques de ansiedad o migrañas, además de taquicardias, es propia de personas que no saben vivir en el descanso, el ocio, la tranquilidad; todo es 24×7, cual caballos de carreras que llegan desfondados a la meta con sentimientos de culpa, vacío y tristeza, especialmente en la suspensión del domingo por la tarde.
Reposar es un arte como el arte de trabajar. Pausar el celular en modo avión para ver, observar y disfrutar momentos deseados, emocionantes. Por ejemplo, deleitarse con el paisaje bonito de un escondido pueblo mágico, degustar la gastronomía del lugar y relajarse en un ambiente de confort. Ganamos paz interior, sosiego, salud, felicidad y calidad de vida.
