Password para el SAT, password para el correo y banca electrónica, password para MIBICI, password para hacer compras a distancia o pagos, password para DECLARANET, password de la computadora, el celular, el iPad, etcétera. ¿Qué pasaría si una mañana cualquiera, sin motivo o razón, olvidáramos todas y cada una de nuestras contraseñas?
José Saramago, en su obra “Ensayo sobre la ceguera”, dice que pronto empezaremos a no saber quiénes realmente somos y ahora preguntarán sobre nuestras contraseñas en lugar de nuestros nombres, passwords en lugar de nuestros apellidos. Por ello acumulamos tantas contraseñas estrambóticas o escatológicas menos relacionadas con la vida real.
Por el recelo, sospecha, aprensión, escama, suspicacia, cautela, prevención, malicia, desconfianza o precaución, los password son cada vez más inevitables, preferentemente indescifrables, agresivos a la memoria que pueden deteriorarse u olvidarse. Recurrir a la vieja usanza de registrarlos en papel, puede darnos acceso a nuestra real identidad.