Felicidades a todas las mamás, a las que van a serlo y a las incontables mujeres que sin ser madres dan amor igual que si lo fueran: las que son como mamás para un padre o una madre, para un hermano, un sobrino; las maestras que son madres de los niños a quienes educan; las apostólicas mujeres que cuidan enfermos, ancianos o incapacitados como sus hijos.
¡Hoy por ser Día de las Madres se las cantamos aquí! Hoy mostramos una reverencia igual a la que se tiene ante una visible manifestación de Dios. Las madres que hoy festejamos son vida eterna. Llevan la vida ocupadas de amor, incluso en el último beso. Hoy escribo a lo sagrado que hay en todas las madres, en todas, pues en ellas y por ellas nace la vida misma.
Mamá artesana, artista, esposa, musa, amante, colaboradora, amiga, compañera inseparable de la lucha social y de la verdad, esperanza viva para el reinado de la justicia, fragancia, belleza, honra, fina atención. Madre es misión, sembradora de amor, colmada de vocación por el servicio. Mamá es luz al despertar, al hablar. Madre, viva o finada, siempre Mamá.
