José Guadalupe Rocha Esparza
Año tras año, desde 1972, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente cada 5 de junio, propicia para recordar la frágil situación de ahogo que atraviesa el planeta, además de crear conciencia sobre sanear las aguas, erradicar el cambio climático e impulsar las energías renovables. Bajo la basura está la playa; las fuentes contaminadas y vertederos de plástico.
Estamos creando en la Tierra las condiciones de Marte para aclimatarnos al traslado. Hemos convertido los campos de cultivo en campos de exterminio, minados de herbicidas, insecticidas, pesticidas, nitratos, transgénicos y ventilados con azufre, plomo, ozono y micro partículas, mientras los glaciares se derriten. La naturaleza vive los restos del saqueo.
Sin embargo, la Tierra puede despertar, activar sus defensas y ajustar cuentas, bajo un imperio de desolación, más tórrido, intensas olas de calor y fenómenos extremos, extraños o desconocidos, más inmediatos que la caída de un asteroide, incluyendo desplazamientos masivos. A nadie conviene iniciar el conteo regresivo, ni tampoco entrar en fase terminal.