En el Estado de México hay apellidos que resuenan con fuerza, y hoy uno vuelve a ser sinónimo de triunfo: Mohamed.
Un tal Antonio Ricardo Mohamed Matijevich, conocido como el “Turco”, llegó a tierras mexiquenses hace más de tres décadas, en 1993, cuando aún era jugador. Desde entonces, el Estado de México le quedó grabado en el corazón. No fue sino hasta 2025 que logró conquistar las tierras toluqueñas como entrenador, y lo hizo con grandeza: dándole a los Diablos Rojos su tan anhelado onceavo título de liga.
Mohamed no vino a improvisar. Es un estudioso de la táctica, un estratega que entiende el juego como una partida de ajedrez: donde el que mejor estudia al rival, el que anticipa cada movimiento, es quien da jaque mate. Llegó con respaldo, con chequera abierta y con la claridad de que se podía construir un equipo campeón. Lo logró. Y lo hizo al estilo de los grandes, venciendo al que parecía invencible, al tricampeón América, en la mismísima Bombonera de Toluca.
Pero la historia no sólo se cuenta desde el futbol. En la arena política también hay un Mohamed que llegó hace poco a tierras mexiquenses y, con estrategia, alianzas y narrativa, logró lo impensable: conquistar una curul en el Congreso Local. El paralelismo es inevitable. Dos Mohamed, dos escenarios distintos, una misma tierra que los recibió con dudas, pero hoy los reconoce por sus victorias.
El del futbol regresa la grandeza a Toluca, con una promesa cumplida a Don Valentín Diez y una afición que ahora lo ve como mexiquense por adopción. El otro, el político, avanza en el tablero institucional con los mismos ingredientes: lectura del entorno, discurso eficaz, respaldo clave. Ambos, a su modo, tienen al Estado de México en la mira… y en la mira del triunfo.
¿Hasta dónde llegará este equipo? ¿Hasta dónde este grupo compacto y decidido, que entendió que con apoyo, estrategia y convicción se puede vencer a los gigantes? Por lo pronto, el apellido Mohamed ya dejó huella. En la cancha y en el Congreso.
Y en el Valle de Toluca, donde la política y el fútbol a veces se tocan más de lo que parece, el mensaje es claro: cuando el juego es en serio, los nombres pesan. Y hoy, el de Mohamed, pesa como campeón.