José Guadalupe Rocha Esparza
El proceso de globalización y la mercantilización de la sociedad han alcanzado el corazón de la ética para eclipsarla. La verdad y la conciencia son llevadas al mercado. La capacidad de acumulación y de consumo son ilimitadas. Rasgos de barbarie y crueldad se asoman. Urge volver a fundar una ética propia, humana y universal, que pueda ser asumida por todos.
Un nuevo equilibrio donde primen la ética del cuidado, de la solidaridad, de la responsabilidad universal, de la justicia para todos y de la sobriedad compartida. En el centro del cuidado está la vida, que presupone una relación amigable y amorosa, de mano extendida y no de puño cerrado. Dar el salto de la animalidad a la humanidad es rasgo de la solidaridad.
Cuando surge el miedo colectivo por desaparecer como especie, nos obliga responsablemente a rescatar nuestra casa en común o recorreremos un camino sin retorno. La ética de las instituciones debe ser justa y equitativa para evitar los privilegios y las exclusiones. Finalmente, una sociedad sin excesos, estableciendo un límite ético entre lo razonable y lo inmoderado.
