José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín, uno de los más notables escritores contemporáneos, de prosa diáfana, cincelada, copiosa y de rara perfección; ave fina, inquisitivo, silencioso y sencillo, perteneciente a la generación española del 98, mismo que cultivó diversos géneros literarios. Entre sus lecciones sobresalen El político y El chirrión de los políticos.
Debe el político no desparramarse en palabras con publicistas o gaceteros; debe desentenderse algún momento de las conferencias; no debe dejarse aplanar en momentos críticos; debe conocer a las gentes buenas, leales y discretas, así como a los galopines, truchimanes y trapisondistas que se introducen en la privanza por medio de la lisonja; no debe ser chabacano.
Debe el político no excederse ni en la calle, ni en las fiestas, ni en los espectáculos públicos; debe ser sano y fuerte; no debe hincharse de satisfacción ante un elogio en un periódico o alabanza en un libro; debe conservarse en el fiel de la balanza; no debe perder nunca el sentido del equilibrio; debe ser un hombre sosegado, amable, paciente y reflexivo.