José Guadalupe Rocha Esparza
Tucídides, historiador ateniense que escribió en la soledad del destierro “La guerra del Peloponeso”, descubridor, 20 siglos antes que Maquiavelo, de la absoluta separación entre la política y la moral, o el defensor, 24 siglos antes que Nietzsche, de la voluntad de poder de los individuos y los Estados como verdadero resorte de la historia y la vida humana.
Decía que, por causa de las guerras civiles, ocurrieron en Grecia toda clase de maldades, y la buena fe, que es una parte tan importante de un carácter noble, desapareció en medio del escarnio, prevaleciendo los antagonismos recíprocos y la desconfianza, pues no existía ningún compromiso o juramento capaz de obrar la reconciliación. “Triunfó la inteligencia vulgar”.
Afirmaba que los hombres, en su mayor parte, “se oyen llamar con más gusto astutos cuando no pasan de criminales, que tontos cuando son hombres de bien: de esto se avergüenzan y de aquello se jactan”. Convencido estaba de que el deseo de poder y de honores, fueron la causa de que los lazos de la sangre perdieran fuerza ante “partidos irreflexivos”.