Fray Antonio de Guevara, escritor, historiador y eclesiástico español, 1480-1545, uno de los autores más populares del Renacimiento, vivió una juventud tempestuosa, entre arrecifes de pasiones, acudiendo ilusionado, cual veloz, a las sirtes que le cantaban las sirenas de Ulises. Amó mucho. Recordemos algunas de sus agudas, donosas y elegantes sentencias.
Dice que no hay en el mundo igual tesoro que hallar un verdadero amigo, porque teniendo fiel amigo puedes descubrirte todo el corazón, contarle tus pasiones, confiarle tu íntima honra, guardarte tu hacienda, socorrerte en tus trabajos, aconsejarte en los peligros, alegrarse de tu prosperidad, gemir contigo en la adversidad, servirte siempre de vivo y llorarte cuando mueras.
Afirma que quien es amigo de la verdad, lo es de la justicia; quien es amigo de la justicia, lo es de la República; quien es amigo de la República, lo es de buena conciencia, y el que es de buena conciencia es de buena vida, y el que es de buena vida es de buena fama. Los enemigos o discrepantes pueden ladrarle cada día, cada hora, pero jamás se atreverán a morderle.
