Salustio, gran historiador romano, de excelente educación, cuestor, tribuno de la plebe, procónsul, discípulo de Tucídides y Catón. Sus escritos y arengas están llenas de amenidad, de humanidad, auténticas obras maestras. Entre su legado destacan “Guerra de Yugurta”, “Gran Historia de Roma” y “La conjuración de Catilina”, contemporáneo del propio Lucio.
Cayo Salustio Crispo, renovador de la historiografía latina, describe la lucha de Catilina contra la oligarquía romana y su mayor enemigo político: Cicerón. De ahí la palabra “catilinaria”, epónimo del mismo, sinónimo de vehemente acusación judicial, como aquella célebre amonestación o increpación: “¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?”.
Salustio dice que Catilina exhorta a sus soldados, llamándolos “fuertes y animosos”, diciéndoles: “¡Despierten! Dispongan de mí como caudillo o como soldado raso; ni en cuerpo ni en espíritu estaré lejos de ustedes”. Aquél dice: Catilina murió manteniendo en el rostro la misma fiereza que había tenido vivo, entre los cadáveres deshechos por la cohorte pretoriana.