Marco Aurelio, monarca ejemplar de Roma, estudioso del platonismo y el aristotelismo, discípulo de los estoicos más apreciados, Junio Rústico, Apolonio de Calcis y Sexto de Queronea, sobrino de Antonio Pío, protegido de Adriano, ambos ocupantes del solio imperial. Condensó sus filosofías en el libro “Pensamientos”, cuyos conceptos han trascendido siglos y siglos.
Dice que recibió de sus mayores la mansedumbre, la inconmovible adhesión a las decisiones reflexionadas maduramente; la indiferencia por la vanagloria que dan aquellas cosas que pasan por honores; el amor al trabajo y la perseverancia; inexorablemente, dar a cada uno según su mérito; la capacidad de bastarse a sí mismo en todo y saber serenarse.
Sentencia que no se vive más que en el momento presente, y que este momento no dura más que un instante; el resto, ha sido vivido o yace en la incertidumbre. Pequeño es, pues, el tiempo que cada uno vive. Advierte de estar siempre dispuesto y sin temblar para los golpes imprevistos y directos en la vida. No te canses de prestar el servicio de servir a los demás, decía.
